Erase una vez, un joven
llamado Ferrán entro a trabajar al servicio de un importante señor.
Un día, en una
conversación, el dueño se enteró de que el chico era un aficionado
a escribir.
¿Y sobre qué escribes?-
preguntó el caballero
Ferrán le contestó que
el escribía cualquier cosa y que antes de dormirse recordaba siempre
lo que le había pasado todo el día.
¿Puedo leer tu escritos?-
volvió a preguntar el caballero
-Por supuesto que sí- le
dijo Ferrán
Una tarde, el caballero
recibió la visita de un alquimista diciendo que el caballero era
inteligente y sensible y que posee cualidades indispensables para
comprender su empresa.
El caballero le preguntó
de que se trataba y el alquimista le respondió que si había oído
hablar de la piedra filosofal, una sustancia maravillosa que
convertía cualquier metal en oro.
El caballero que escuchaba
continuamente, preguntó con mucho interés que de donde podría
hallarse la piedra filosofal. Se sabe bastante, solo que algunos
elegidos tenemos acceso a una información fiable, yo entre ellos si
la tengo.
Más tarde el caballero le
preguntó a Ferrán que si podía leer su libreta y Ferrán le
contestó que sí
En la libreta de Ferrán
ponía que un alquimista fue a ver a su caballero y que para la
sorpresa de Ferrán, le entregó 500 ducados al caballero y en su
opinión nada más que era un timador. El caballero le preguntó que
porque cree que lo que hizo fue una necesidad y Ferrán le contesta
que ese alquimista no iba a volver y si volviese Ferrán rectificaría
que es de sabios y se corregiría lo escrito
Colorin colorado este cuento se ha acabado.
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